Luis Feliú Ortega
Teniente General del Ejército de Tierra
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Academia General Militar
Foto: Revista Armas y Cuerpos.
M
En los últimos días están apareciendo tanto en Internet
como en varias revistas, multitud de artículos y comentarios
sobre el nuevo plan de estudios de la AGM. Casi todos en
desacuerdo con el mismo y la mayoría criticando la falta de
tiempo para la preparación militar ante la necesidad de obtener
un problemático, por lo inadecuado, grado de ingeniero. Entre
todos ellos destaca por su rigurosidad el magnífico estudio que
realiza en el número 320 de esta revista el general Armada.
Además, circulan por Internet, un gran número de artículos en
los que se percibe un descontento creciente entre los alumnos.
e consta que los profesores, desde el general director hasta el último, están haciendo con el mayor sentido del deber y poniendo todo su esfuerzo, todo lo que son capaces para que los futuros tenientes de nuestro ejército salgan lo mejor formados posible a pesar de las dificultades que presenta el actual plan de estudios. Estoy seguro de que están logrando que no se trate de un centro universitario en el que estudian cadetes sino una academia militar en la que se estudia un grado universitario.

Estoy completamente de acuerdo con el análisis del general Armada. Sin embargo, desde la perspectiva de más de 50 años de servicio activo o activado y otros ocho más de serena reflexión como retirado, me permito añadir algunas consideraciones o mejor, expresar lo mismo de otra forma, por si pudiera ser de alguna utilidad para alguien. Por supuesto, se refiere principalmente a la Academia General Militar.

A mi modo de ver, todo plan ha de tener en cuenta dos aspectos que se concreten en sendos objetivos a alcanzar: Cómo queremos que sea el teniente que salga de la Academia y qué queremos ofrecerle a ese teniente como carrera. Es decir, en primer lugar, cuál es el modelo de teniente que queremos lograr, qué necesita y espera nuestro Ejército de él, qué aptitudes ha debido lograr, de qué debe ser capaz, qué virtudes y qué valores ético-morales ha debido desarrollar. El segundo punto es el de qué carrera le ofrecemos a ese teniente, qué le prometemos a cambio de su esfuerzo y cómo queremos que se inserte en la sociedad.

Para el primer punto debe existir una definición de ese “teniente-objetivo” y, como decimos los militares, el objetivo a alcanzar debe ser claro, fácilmente identificable y evaluable. Desgraciadamente, por más que he buscado, tampoco yo he encontrado esa ficha-objetivo. Mejor dicho, sí, encontré algo tan vago e inservible como “ser capaz de mandar una sección de…”. Con todos los respetos esto no es decir nada, esto es demasiado genérico porque lo lógico es que a continuación se dijera y para eso…y se detallaran las aptitudes o capacidades necesarias.

Sin necesidad de hacer un catálogo completo de esas aptitudes necesarias, basten algunos botones de muestra: El teniente debe por ejemplo conocer las posibilidades y limitaciones de los materiales y armamento de las unidades que va a mandar, con objeto de sacarles el máximo rendimiento; es un hecho que la complejidad de la tecnología moderna ha hecho aumentar considerablemente el tiempo necesario para lograrlo; pues bien, este tiempo se ha reducido prácticamente a la cuarta parte. Los escenarios en que puede verse involucrado son cada vez más variados y las probabilidades de tener que actuar lejos de sus mandos son mayores; ello requeriría aumentar los ejercicios de este tipo pero han disminuido también por falta de tiempo. La capacidad de liderazgo, siempre imprescindible, se ve acrecentada en los conflictos asimétricos actuales. El conocimiento de los métodos terroristas y de insurgencia, de las características y necesidades de la población civil, de la guerra psicológica, de los medios de información, de la diplomacia y métodos de negociación, de derecho internacional son hoy necesarios y mucho más complicados que la sola táctica de sección y compañía que se estudiaba hasta no hace mucho. Todo ello por no hablar de la necesidad de tener una preparación física adecuada y una preparación moral.
El nuevo plan de estudios
de la
Si ahora comparamos estos objetivos con los medios que tenemos para lograrlos, no sé si alguien lo habrá hecho pero de entrada no parecen los más adecuados. Resulta muy difícil convencer a cualquiera que lo intente de que los conocimientos adquiridos en un grado de ingeniería de organización industrial son los adecuados para ello y que con el resto del tiempo hay suficiente para lograrlo. No tenemos más que ver que hasta ahora, por ejemplo, la Academia de Ingenieros tenía que forzar mucho sus programas para que los tenientes de la especialidad salieran con las capacidades necesarias. Por cierto que en este caso se había prácticamente resuelto el problema porque, merced a acuerdos con la Universidad, las asignaturas técnicas las daban profesores de las Escuelas Técnicas Superiores de Ingenieros de Caminos y de Telecomunicaciones, que se complementaban con las que se impartían en los posteriores cursos de Especialización y hubiera sido factible a lo largo de la carrera, antes del ascenso a teniente coronel, haber podido completar el grado de Ingeniero de Caminos o de Telecomunicación que, aunque sólo fuera desde el punto de vista de las necesidades del Ejército era mucho más eficaz y eficiente que el teniente de Ingenieros o de Transmisiones que le va a entregar ahora la Academia General.

Para terminar este objetivo sería importante señalar que tampoco es lo más conveniente para una institución el que todos los oficiales salgan con, prácticamente, los mismos conocimientos. Esto no ocurre ya ni en la vida ci-
para la carrera militar donde se dieran por profesores titulados, civiles y militares, las materias necesarias y no una carrera científico- técnica con unos flecos militares como la actual? Y tampoco le llamemos grado de Seguridad y Defensa que es algo que compete también a los civiles y que sería un posgrado, sino, sin eufemismos ni complejos y con orgullo: grado de Ciencias Militares, o algo así; que es lo que somos. Todavía deberíamos estar en condiciones de lograrlo, nuestros mandos y autoridades civiles tienen la palabra.
vil, donde existen diversas ramas en cada ingeniería, pero es que en nuestro Ejército las especialidades fundamentales (Armas) no son solo una cuestión de tradición sino que se necesita la especialización para el mando de las distintas Unidades. Además ¿Acaso no estaban bien preparados nuestros tenientes? Su comportamiento en misiones difíciles no ofrece ninguna duda.

Decíamos que el segundo objetivo que debe cumplir el Plan es el de ofrecer un modelo de carrera adecuado al joven oficial. Este objetivo tiene a su vez dos partes: el prestigio social y la posibilidad de abandonar la carrera en condiciones de seguir siendo útil a la sociedad.

En el primer caso, está claro que con este plan se ha tratado de que el oficial tenga un título civil pero está también muy claro que no es ese el camino. Lo que habría que hacer es prestigiar la carrera, porque ya se había logrado, aunque con esfuerzo, que ese prestigio lo tuviera per se, por su condición de oficial, que por cierto tenía ya por ley reconocidos sus estudios como de enseñanza superior, y por su experiencia como tal. No creo sinceramente que ahora lo vaya a tener mayor. Las empresas, la administración, la sociedad en suma, lo que buscan es gente que sea eficiente y que les resuelva el problema, sea cual sea su titulación. En otros países se busca al militar por sus capacidades, su preparación, su prestigio y su experiencia no por su titulación civil.

De todas formas es cierto que “el saber no ocupa lugar” y un título de grado sea el que sea siempre será un título pero no a costa de uniformar a todo el ejército y restar tiempo para lo que verdaderamente necesitan el Ejército y el oficial. Queda también la pregunta de si es una formación básica de ingeniero lo que necesita un buen oficial. Incluso en una especialidad técnica, como la de mi procedencia (Ingenieros), siempre hemos mantenido que necesitamos oficiales con mentalidad de ingeniero pero con corazón de infante. ¿También para el infante y el jinete? ¿Todos con mentalidad de ingeniero industrial? ¿Por qué hay que uniformar? Lo único que hasta el momento se ha dicho de positivo es que los cadetes de ahora ¡“desfilan igual que los del plan antiguo”!

No querría terminar sin mostrar mi desacuerdo con los que dicen que ahora la enseñanza es más práctica, sin la cantidad de tiempo perdido en las academias estudiando cosas inútiles. En toda carrera existen unas asignaturas formativas y de base que sirven para afrontar otras, más de aplicación. No hace falta más que comparar los programas de los primeros años de cualquier ingeniería.

Desconozco los esfuerzos que se han hecho en el diálogo con las Universidades, aunque me imagino las dificultades, pero si se trata de conseguir un título de grado, lo lógico es que igual que se han ido logrando en la vida civil nuevos títulos de grado para hacer frente a nuevas necesidades de las empresas y la administración (Ciencias empresariales, ciencias de la Información, ciencias del deporte…) y se han aceptado los títulos expedidos por las universidades privadas,  como  dice   también  el  general Armada ¿Por qué no un titulo de grado