- En todo caso, para evitar los problemas detectados
en el sistema de acceso actual se debería
volver a la oposición. De todos es
conocido el que las notas del bachillerato dependen
mucho del colegio elegido y, por otra
parte, las notas de selectividad depen- den más
todavía de la Comunidad Autónoma de que se
trate.
Como además el sistema de oposición es
una verdadera prueba de vocación, creo que
sería el sistema más justo e igualitario.
En fin, seguramente existen más y mejores
soluciones pero lo importante es profundizar
en su estudio para resolver la situación creada
por esta ley tan nefasta.
nte la promesa del Partido Popular al incluir en
su programa electoral la reforma de la nefasta
Ley de la Carrera Militar, se abrió para muchos
la esperanza de que se pudieran solucionar muchos
de los males creados por dicha ley. Actualmente
ya se están llevando a cabo estudios
para su reforma en lo que atañe a la política específicamente
de gestión de personal. ¡Ojalá
que se pueda reducir el sufrimiento causado en
tantos de nuestros compañeros con la aplicación
de esta ley! Sin embargo, queda todo pendiente
respecto a lo referente a la enseñanza
militar.
Por eso, ante el “revuelo”, (según Santiago
Avila), creado en cuanto a la enseñanza de formación
de oficiales y teniendo en cuenta que
no se ha expuesto ni un solo argumento que
avale el actual sistema, tal vez es conveniente
abrir un tiempo de propuestas que supongan alternativas
al mismo y solucionen los problemas
creados.
Por supuesto que existe, y para mí sería lo
ideal, la posibilidad de derogar completamente
el sistema establecido en la ley y perfeccionar el
anterior sistema en aquello que fuera conveniente.
Esto supondría, manteniendo el esquema
fijado en 1992, poner en cuestión y
estudiar en profundidad los planes de estudio y
la gestión de personal en cuanto al profesorado
y a los centros de enseñanza. No tendría por qué
ser un inconveniente el que los profesores de
aquellas materias no militares fueran civiles
idóneos, con lo que se conseguiría que la ratio
de profesores militares/alumnos disminuyera
según las necesidades de la gestión de personal.
Pero, en mi criterio, cualquier solución debe
pasar por volver a dar a la carrera militar la categoría
que debe tener. Considero un menosprecio
y hasta una ofensa hacia ella, el que para
ser un oficial se deba obtener previamente un
grado de otra carrera universitaria. El argumento
de que consiste, por el contrario, en darle
prestigio pues se la trata como a cualquier ingreso
en un cuerpo superior de funcionarios,
(diplomáticos, etc.), para lo que se exige un título
universitario previo, es una gran falacia. Y
es una falacia porque en esos casos existe una
verdadera oposición para su entrada en la escuela
correspondiente y posteriormente el tratamiento
recibido, en todos los aspectos, es
completamente diferente. Además el grado previo
no interfiere en el tiempo de formación específica
de cada caso, como sucede en nuestro
actual sistema en el que la formación militar
pura está completamente influenciada por los
estudios de ingeniería que se imparten a la vez.
Pero, dado que existe la posibilidad de que el
Ministro no crea conveniente la derogación
completa del sistema actual, sí se pueden estudiar
diferentes alternativas. En todas ellas considero
que se debe alcanzar un objetivo
irrenunciable, como es el considerar la carrera
militar como cualquier carrera universitaria, y
por tanto, como un fin en sí mismo. Con esta
premisa indiscutible se podrían estudiar las siguientes
alternativas:
- Establecer el título de oficial como un grado
de “Seguridad y Defensa “. Para ello esta solución
debería ser aceptada por el Ministerio de
Educación y además, dado que la formación
universitaria se encuentra transferida a las Comunidades
Autónomas, debería tener un nivel
nacional, como los estudios de la UNED, por
ejemplo. Las materias no específicamente militares
podrían ser impartidas por profesores civiles,
como los que hay ahora en los CUD
(Centros Universitarios de Defensa).
Esta solución tiene la ventaja de que, dado
que la ley exige para ascender a Teniente Coronel
la posesión de un “master”, éste podría ser
precisamente el de “Seguridad y Defensa “impartido
por el CESEDEN, verbigracia.
- Mantener el esquema actual, pero sin
supeditar el título de oficial al de obtención
del grado de ingeniería. Ello supondría
mantener los CUD como actualmente.
Se deberían establecer unos límites racionales
de aprovechamiento en esas asignaturas
para que no se pudieran tomar a
beneficio de inventario y se pudieran convalidar
como estudios universitarios.
Esta solución tiene la ventaja de dar la posibilidad a los oficiales de continuar en la carrera universitaria a lo largo de su carrera.
- Si se quiere llevar hasta el extremo el
considerar la formación de los oficiales
como la de los cuerpos de funcionarios del
Estado, se puede exigir para su entrada la
obtención de un grado universitario y una
oposición. Posteriormente, su forma- ción
militar se llevaría a cabo en las
Academias durante dos años al cabo
de los cuales recibirían el despacho
de Teniente.
Esta variante ya se observa en la
ley, pero se combina con el acceso
directo, lo que producirá, sin duda,
nume- rosos problemas de todo tipo.
La ventaja de este sistema sobre el
actual es que los dos años de las Academias
son exclusivamente para la
for- mación militar, mientras que actualmente,
al cursarse a la vez las dos
carreras se inter- fieren hasta el final.