ivimos en una época y en una sociedad, adormecida y convulsa a un tiempo, en la que, tal vez, el gran problema sea la ausencia de puntos de referencia, de valores, de espiritualidad, de puntos de anclaje, de ideales…Antes, p.e., Dios, la Patria, la familia, los grandes personajes de la historia y la historia en sí misma, merecían –cuando menos– nuestro respeto. Eran, representaban, esos ‘referentes’…

Ahora todo ello se trivializa y de todo se hace mofa…Se ridiculiza al Papa o al mismísimo Jesucristo, se hace burla de Mahoma; o se habla o escribe con absoluta frivolidad y abyección –y con mayúsculo desconocimiento también, la mayoría de las veces– p.e., de un mártir, de un santo, de un Premio Nobel, de un científico, de un Jefe de Estado…, hasta arremeter contra lo mas representativo y disparatar contra lo mas sagrado. Todo parece válido. Y cuanto más destructivo, malévolo y dañino sea, mejor.

La idea de familia está –en ciertos ámbitos de esta sociedad– en plena decadencia, en ‘caída libre’. Y lo ‘moderno’ y lo ‘progre’ es: la relación estable, la pareja de hecho, los matrimonios (¿) entre homosexuales, los divorcios ‘express’, la píldora ‘del día después’, la fecundación ‘in vitro’, los ‘úteros de alquiler’…; sin olvidar los abortos y, muy pronto, si no lo remediamos, la eutanasia. Y así, bien pronto, los hijos se rebelan contra sus padres (biológicos o adoptivos); los hombres, insultan, maltratan o asesinan a sus ‘parejas’; los alumnos se burlan o pegan o hieren a sus profesores… ¿Dónde están el respeto y el cariño?.., ¿dónde la unidad familiar?..., ¿dónde la autoridad?

La Patria, ha llegado a ser como una antigualla, algo en desuso; y ha dejado de ser un concepto, una seña de identidad, un ideal, un orgullo… Ahora, casi avergüenza decir España, decir Patria; y es mas ‘light’ y… menos arriesgado, decir ‘país’. Se han eliminado de plazas, de calles y de lugares públicos, p.e., los nombres y los bustos de insignes y brillantes militares, en un obsesivo e irracional afán por intentar borrar la historia. Se prohíbe (¡!) decir la santa misa en los actos castrenses. Hay atisbos de eliminar de los cuarteles el ‘Todo por la Patria’, aquel lema tan antiguo y tan precioso. Y no olvidemos, que algunas regiones de nuestra querida España, detestan su ‘españolidad’; y apuestan fuerte –con odio, a veces; en ocasiones, con inusitada y cobarde violencia-, por su pronta segregación o independencia. Sencillamente, ¡detestan a España y rechazan ser españoles! España, ahora, ¿’Una Grande y Libre’?...

Y en cuanto a Dios, muchos le han vuelto decididamente la espalda; lo han pasado a vía muerta; sencillamente, ya ‘no está de moda’, o ha dejado de existir… Y lo han abandonado allí, en un oscuro rincón del desván. Hay propuestas gubernamentales, para eliminar los crucifijos de los edificios públicos y de las aulas de enseñanza –mientras, eso sí, se autoriza a levantar mezquitas por doquier–; y se está pensando incluso, nada menos que en demoler la inmensa y hermosísima cruz de ‘El Valle de los Caídos’ o…, quien sabe, tal vez también en dinamitar toda la monumental basílica. Y es que, para muchos, resulta ‘incómodo’, casi infamante, tener todo ello ante sus ojos. Y, claro, las iglesias –y la Iglesia, con mayúscula–, los curas, los sacramentos…, ¡Ah!, esos son historias o ‘inventos’ del pasado, anacrónicos y absurdos ya…, y ¿qué pintan en este mundo tan ‘moderno’?...

Y, si la familia no significa nada, ¿por qué respetar a esos padres que nos han traído al mundo, que nos han criado y nos han educado?... Si la idea de Patria es una gran farsa, una patraña, ¡qué absurdo tan tremendo, qué ridiculez, pensar en dar la vida por ella!...Y si Dios no existe, ¿para qué intentar cumplir con los principios o normas elementales de nuestra religión?, y ¿qué significado medianamente razonable tiene entonces esta breve y tantas veces complicada y llena de sufrimientos vida terrena?...

Rafael Ild. Pérez-Cuadrado de Guzmán
Coronel Médico de la Armada
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En algunas ocasiones, debido a los muchos vericuetos administrativos y dificultades de la sociedad actual, hay personas que, muy a su pesar, se ven obligadas a tomar decisiones y a ‘conducir’ sus vidas, por caminos diferentes de lo que les dicta su educación y su formación, de lo que sería sensato e ideal…; se ven forzados a actuar así, porque no tienen otra alternativa. Pero, también es cierto, que un elevadísimo porcentaje de personas, se muestran indiferentes, se alejan, huyen…¿De qué? pues, en esencia, de todo aquello que signifique espiritualidad, compromiso, rectitud, entrega, sacrificio, generosidad…Y en este sentido, tanto Dios, como la Patria, como el matrimonio y la propia idea de familia, exigen, condicionan, ‘amarran’. Y ello, ¡tantas veces!, acobarda y aleja a los insensibles, a los fríos, a los pusilánimes, a los indecisos… Es más cómodo –pensarán ellos– ser libres, sin arriesgar, sin corsés, sin ataduras, sin atenerse a norma alguna… ¿Perder la libertad (¿) por una absurda ‘nimiedad’ de estas!?... ¡Ah, eso nunca!

Pero, a través de los tiempos y de las circunstancias, y después de miles de años de sucesivas y muy diversas corrientes y civilizaciones, siguen y seguirán siempre de actualidad, las tres preguntas esenciales, que expresa magistralmente Gauguin en uno de sus lienzos: ‘¿de dónde venimos?’, ‘¿quiénes somos?’, ‘¿a dónde vamos?’...
Es una realidad –¡triste realidad!– el creciente laicismo de la sociedad española; el irse alejando gradual y progresivamente de la religión y de la iglesia… Y la casi obsesión por ridiculizar, por pisotear o por aniquilar, todo ‘lo de antes’; todos aquellos valores éticos, morales y espirituales… Aquellas que fueron como nuestras raíces, ‘los cimientos’ de nuestras vidas; aquellos ‘referentes’ de antaño, que tantísimo significaron y tantísima trascendencia tuvieron…, y en los que firmemente se basaron y se afianzaron el resurgir, el progreso y la grandeza de España.

Pero, pese a todo ello, siempre permanecen y permanecerán indestructibles, inmutables, imperecederos: Dios, la verdad, el amor auténtico, la lealtad, lo noble, lo bello, lo trascendente, lo eterno…Y solo desde la religión, solo pensando y creyendo en ese Dios que es el único Rey del Universo –’el que era; el que es; el que está por venir’–, tienen contestación las tres preguntas y…¡tienen sentido nuestras vidas!