Mª. Victoria Santos de Martín Pinillos
Alicia Mª. García Fernández
CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LAS
FUERZAS REGULARES INDÍGENAS
CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LAS
FUERZAS REGULARES INDÍGENAS
e conmemora en este año 2011 el primer Centenario
de la creación de las Fuerzas Regulares Indígenas
que, durante estos cien años pasados desde su fundación,
han dado tanta gloria a España y a sus Ejércitos,
mereciendo por ello un agradecido recuerdo
y un sentido homenaje no sólo por parte del estamento
militar, sino también de todos los españoles.
Con toda seguridad, durante el transcurso del año
saldrán a la luz estudios valiosos y artículos referentes
a este tema, debidos a personas sin duda más
preparadas y cercanas por haber servido a España
en alguna de sus Unidades, y que guardarán muy
dentro de su memoria y su corazón las vivencias,
unas agradables y otras llenas de dificultades, pero
todas ellas forjadoras de sus vidas, que afianzaron
su vocación y que recordarán con orgullo y amor.
Pero humildemente, con estas letras, también nos
sumamos a esa gran conmemoración que todos los
admirados “Regulares”, desde el primer Jefe al último
soldado de estos cien años, se merecen.
Aunque resulte muy conocida por la mayoría de
nuestros lectores, creemos imprescindible remontarnos
al origen de esta original Fuerza.
A raíz de la Conferencia Internacional de Algeciras,
el 16 de enero de 1906, se acuerda que “para
conseguir el orden, la paz y la seguridad de Marruecos,
la soberanía del Sultán y como base para el
futuro y moderno ejército marroquí…”, se formen
Unidades de Policía del País. A propuesta de Rusia
se aprueba que de ello sean las encargadas España y
Francia, en sus respectivas zonas de influencia, y
mixta en Tánger.
Con esta intención se crean las “Mías”, Compañías
de Policía indígena (3 secciones de Infantería y
1 sección de Caballería), y algunas de éstas posteriormente
se agruparían formando Tabores (Batallones),
de igual composición.
Simultáneamente a la acción del Ejército, empiezan
a aparecer unas fuerzas irregulares auxiliares
adictas, tales como Gums, Rebaas, Idalas, Harkas,
etc., mandadas por Oficiales o Suboficiales españoles:
Parache, Muñoz-Grandes, López Bravo, Rodríguez
Bencasa, Castelló, Zabalza, Varela, etc., o por
sus jefes naturales; pocas de constitución fija y, las
más, organizadas temporalmente o para un ciclo de
operaciones.
La necesidad de contar con una fuerza indígena
de vanguardia se hace muy necesaria. Las Campañas
se desarrollan en un país ingrato y la opinión pública
española no siempre es partidaria de aportar
sus soldados para que la Nación cumpla sus compromisos
internacionales; por otro lado, la organización
y táctica “a la europea” no es la más
adecuada para el terreno y la forma de hacer la guerra
del adversario.
Por tanto, esas fuerzas deberían existir como un
grupo “con cohesión y disciplina, y capaces de cooperar
en las operaciones tácticas con las tropas del
Ejército y, en su día, formar parte principal del Ejército
de nuestras posesiones y territorios ocupados
por nuestras tropas en el Continente africano”, lo
que lleva a que por Real Orden de 30 de junio de
1911 (D. O. 142), se creen las Fuerzas Regulares Indígenas
de Melilla, designándose para el mando de
las mismas al Teniente Coronel de Caballería D. Dámaso
Berenguer Fusté, (gran conocedor del país, de
sus gentes y costumbres) por resolución de 23 de
julio de 1911 (D. O. 162).
“La fuerza no proviene de la capacidad física,
sino de la voluntad indomable”.
Mahatma Gandhi
S
el combate de la Mahara, el teniente León del Real. Unidas éstas a la del teniente Samaniego, los Regulares
habían conseguido tres Laureadas en poco más
de un año.
A raíz del levantamiento de la Zona Occidental
de 1913 y los buenos resultados obtenidos por el
Grupo, donde los hechos heroicos se van sucediendo,
estas fueras van organizándose y afianzando
su imparable actividad, tal como
demandaban las necesidades del momento.
Así, por ROC. de 31 de julio de 1914 (CL. n.º
135), se ordena que “las tropas indígenas organizadas
o que se organicen en la zona de protectorado
de España en Marruecos se ajustarán a uno
de los cuatro tipos de fuerzas siguientes:
a) Tropas del Majzén.
b) Fuerzas Regulares Indígenas.
c) Fuerzas de Policía Indígenas.
d) Fuerzas Irregulares Auxiliares
Éstos serán conocidos con el nombre de “Los
Cuatro Históricos”.
Es imposible recoger en unas líneas las vicisitudes,
hechos de armas, Laureadas y Medallas conseguidas
por estas Fuerzas que se fueron ampliando hasta completar su admirable actuación
en todo el territorio del Norte de Marruecos, no
sólo en las Plazas de Protectorado sino también en
las situaciones más penosas defendiendo el territorio
español de Ceuta y Melilla.
Se crearon nuevos Grupos de Fuerzas Regulares
Indígenas (G.F.R.I.) se fusionaron algunos, y otros
cambiaron su denominación inicial. Así surgieron:
Tetuán nº 1, Melilla nº 2, Ceuta nº 3, Larache nº4,
Alhucemas nº 5, Xauen nº 6, Llano Amarillo nº 7,
Rif nº 8, Arcila nº 9 y Bab-taza nº 10.
Las actuaciones en Marruecos, la participación
en las operaciones de la Revolución minera de Asturias
en octubre de 1934, y seguidamente en la
Guerra Civil (1936-39), así como en la guerra de
Ifni con un Tabor de Maniobra, fueron testigos de
los justos honores de los que se hicieron merecedores
para que hoy en día sea la Unidad más condecorada
del Ejército Español.
Su brillante y heroico historial, las innumerables
acciones y hechos de armas, han sido la constante
de esta Fuerza de vanguardia que une a sus valores
y espíritu militar los de disciplina, entusiasmo
y afán de superación.
Caminando por carreteras, caminos y montes,
cruzan sin descanso las tierras del Norte de África
y el mapa de la España Peninsular. Melilla, Xauen,
Tetuán, Ceuta, Alhucemas, Toledo, Sevilla,
Oviedo, Barcelona, Ciudad Universitaria de Madrid…
No es extraño que un joven coronel, leyendo
emocionado la Hoja de Servicios de su
padre, oficial de Regulares fallecido, la resumiera
de esta manera: “Anda, soldado valiente, anda…”.
Hoy, que parece que la vocación militar se quiere
cercenar o incluso, lo que es más grave, tratar de
hacerla desaparecer (cosa imposible mientras haya
en España un sólo hombre o una mujer que estén
dispuestos a morir por ella), es imprescindible traer
a la memoria efemérides como el XC Aniversario
de la Fundación de La Legión, el Centenario de la
Aviación Militar (celebrado el 15 del pasado
marzo), o el próximo III Centenario de la creación
de los Ingenieros Militares, para que podamos sentir
una vez más, junto a este Primer Centenario de
la Fundación de las Fueras Regulares Indígenas, al
que dedicamos especialmente estas líneas, la admiración
y el orgullo de nuestra verdadera Historia,
de la cual formamos parte los héroes conocidos
y los anónimos, los hombres que lucharon y las
mujeres que los criaron, educaron y sufrieron sus
ausencias o sus muertes…Unos y otros, hombres y
mujeres, como hoy, trabajando siempre por su vocación
de servicio. Siempre por España.
¡Felicidades en vuestro Centenario! Y gracias.
No acabará 1913 sin que se escriba, en junio,
otra página épica: la acción cono- cida como la Bayoneta
de Laucien. En el curso de la misma, los
Regulares acuden en apoyo de una unidad de Cazadores,
y cargan con tanta violencia y temeridad
que en pocos minutos siembran el campo de cadáveres
enemigos. Desde aquel día el cuchillo bayoneta,
símbolo de la acometividad de estas fuerzas
de choque y vanguardia, forma parte de su emble- ma
junto a la media luna creciente que ya portaba
en honor al componente indígena, compuesto
íntegramente por musulmanes. Laucien le vale la
Laureada al teniente D. Luis García Rodríguez, y
en octubre del mismo año obtiene otra en
mente en ese año que comentamos (1911) sino ya en el de 1893 en que fue comenzada su construcción, en la segunda decena de julio. Situado junto a un antiguo cementerio musulmán (llamado Sidi Guariach, que dio nombre al Fuerte), levantó una gran polémica con los habitantes fronterizos lo que originó tan graves incidentes que culminaron en la llamada “guerra de Margallo” y la muerte en combate de este general, Comandante General de la Plaza de Melilla, el 28 de octubre de 1893, a las puertas del Fuerte de Cabrerizas Altas, en cuya acción obtuvo la Laureada de San Fernando el entonces Teniente de Infantería D. Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, que luego sería Presidente del Directorio Militar entre 1923 y 1930. La actividad hostil de los fronterizos y la consiguiente guerra, causaron en nuestras tropas 60 muertos y 149 heridos, además de 61 fallecidos por enfermedades.
No es de extrañar, pues, que estos hechos influyeran
en los acontecimientos que se fueron sucediendo
a partir de entonces.
De este modo, tal como recogía la Real Orden,
“… los brillantes servicios prestados por las fuerzas
indígenas, tanto en el combate, en el que han
conquistado indudable gloria, como en la acción
política y de policía, aconsejan perseverar en la organización
de estas fuerzas, ampliándolas considerablemente
“. Y así se realizó de inmediato.
Desde el principio, las Fuerzas Regulares se asocian
a la ciudad de Melilla, se nutren de indígenas
de la zona y vinculan su denominación a la de la
ciudad, circunstancia que se mantendrá hasta nuestros
días. En esta primera etapa, la unidad se adiestra,
vive y realiza sus primeras acciones en el
territorio: las primeras bajas (un cabo y dos soldados)
se producen el 16 de octubre de 1911, durante
la protección de una columna; el primer hecho de
armas, la ocupación de Monte Arruit el 18 de enero
de 1912, y su bautismo de fuego el 19 de febrero
de 1912 sobre el Zoco el Tzenin, donde dos oficiales
heridos (primeros tenientes De Vega y Bazaine)
son ascendidos por méritos de guerra,
iniciando la brillante historia de las Fuerzas Regulares.
En marzo de este mismo año participan en la
ocupación del Río Kert, pero va a ser en mayo
cuando llevan a cabo las acciones que fundamentan
su vocación de unidades de choque para las que
se habían creado: el día 15 constituyen la extrema
vanguardia de la columna Moltó en la ocupación,
entre otros, del poblado de Kaddur-Alal-UKaddur,
donde reciben la primera Laureada de San
Fernando, otorgada al Teniente de Caballería D.
Jaime Samaniego, que muere en el asalto.
Hasta tal punto con esta acción se fortalece el
prestigio de las Fuerzas Regulares que a partir de
ese momento son empleadas siempre en los lugares
y acciones de mayor riesgo. Cuando a finales
de mayo de 1913 empeora la situación en la Zona
Occidental del Protectorado, por levantarse en
armas el Raisuni (jefe de laYebala), el Ministro de
la Guerra decide enviar al Grupo de Regulares a la
Zona de Tetuán, donde llega el 12 de junio, interviniendo
por vez primera tres días más tarde,
cuando acude en ayuda de una columna mandada
por el General Primo de Rivera que se encuentra
en difícil situación.
La unidad se ubica en Melilla, alistándose los
primeros voluntarios en el Fuerte de Sidi Guariach,
(Fuerte de la Purísima Concep- ción), donde son
adiestrados inme- diatamente hasta el punto de contar
en octubre con una Compañía de Infantería y
un Escuadrón de Caballería, con un total de 20
Jefes y Oficiales y 300 de Tropa.
En este punto no podemos dejar de hacer un pequeño
alto para referir- nos, aunque sea brevemente,
al Fuerte de la Purísima (tema que precisa un artículo
por sí solo), por la importancia que tuvo, no
sola-