Convertir en historia viva y menuda lo que era ramillete de curiosidades aisladas es digno de elogio canario y nacional.

En lo canario, explica, que lo de “aplatanados” viene quizá de que la responsabilidad por el semi-aislamiento de la Península y la cercanía física, social y moral a tres continentes muy distintos, nos da este sosiego, tranquilidad y parsimonia que nos lleva a la elegancia y caballerosidad en que sabemos no ser charlatanes en lo superfluo y permanecer callados en lo serio.

Al explicar la voz “aplatanado”, el DRAE habla de “indolente e inactivo”, y el “Tesoro lexicológico del Español de Canarias”, de “cansado, holgazán,-desánimo, falta de voluntad o dejadez”. Pallero querría que ambos acogieran una nueva acepción: “Aplatanado/a, dícese de aquellas personas trabajadoras que entienden la vida de una forma tranquila y elegante”.

Una muestra de su estilo: Usted va a comprar un botón negro y, de entrada, el dueño le dice: “No hay de esos”. Usted, señalando la estantería, objeta: “¿Y aquellos que son muy parecidos?”. A lo que contesta: “Sí, pero sólo me queda una docena”. “No importa –le dice usted– éstos casi me vienen mejor y sólo quiero uno”. “¡Ah bueno!”. Usted se lleva el botón, él se queda tan tranquilo y ahí acaba la transacción.

    El autor es Coronel de Infantería diplomado en Equitación y paracaidismo, licenciado en Ciencias y conocido por “Pallo” como agudo escritor, inquieto por los jóvenes, en El Día, de Tenerife.

Considera su libro como “una crónica novelada”, al basarse en sus dos artículos diarios, periodismo intrahistórico, recopilados y armonizado temáticamente, logrando un conjunto armónico de temas, que da una visión del progreso y la modernidad canaria, con sus indudables mejoras y lamentables errores o defectos cuando el proceso y la modernidad canaria, con sus indudables mejoras y lamentables errores o defectos cuando el progreso a ultranza se hace progresismo y por indiscriminado puede ser injusto, inmoral e inhumano.

Libros
Libros

   Canarias Hoy.

    Francisco Pallero Clavijo. Primera parte.
    Edita Litografía Saavedra y Cía. Las Palmas de Gran Canarias 2007.

 El ocaso de Bizancio

  Salvador Felip.
  Ediciones B. Madrid 2008
El Imperio Bizantino, heredero de las glorias romanas, a partir de su enquistamiento en el oriente europeo se fue desvaneciendo de la memoria de la Europa occidental, hasta el punto de que, hoy día, nuestro conocimiento sobre aquella potencia que sucumbió al empuje turco en 1453 (acontecimiento que alarmó a la cristiandad después de que esa misma cristiandad ignorase a sus hermanos en peligro) es prácticamente nulo.

Salvador Felip, ha acometido, basándose en un pormenorizado trabajo de investiga- ción, la aventura de novelar aquel hecho, ofreciéndonos una visión amena y exacta del mismo. De los aspectos formales de esta obra caben resaltar la exposición –téc- nicamente impecable– de la batalla de Bizancio y las descripciones –en absoluto pre- miosas, lo que no es fácil conseguir– de la vida y costumbres de aquella corte oriental.
El autor ha salido bien parado del reto. La novela histórica – y ésta es una buena novela y una historia fidedignamente narrada– tiene la servidumbre de que el acto creativo está condicionado por el respeto a los hechos probados. Y Salvador Felip, en este su primer libro (que podría, por cierto, originar un buen libreto operístico), sin dejar de la mano la imaginación se comporta como un historiador ortodoxo, consiguiendo entretener e ilustrar, objetivos, sin duda, que se proponía al empeñarse en esta empresa. Una novela histórica se sabe, naturalmente, cómo termina: el pasado no se puede modificar. Pero nuestro escritor, cuando entra en el desenlace de su novela, lo hace de modo trepidante, enredando astutamente al lector en los avatares de los pocos personajes de ficción que desfilan por ella, sin desvirtuarla lo más mínimo. Logra así que el final histórico –conocido– corra paralelo al inquietante y supuesto para esas figuras, ciertamente novelescas.

Sobre Salvador Felip, hemos de decir que es un ingeniero impregnado de humanismo, lo que hay que festejar. Se suma a esa elite de colegas suyos, como son José de Echegaray, Salvador de Madariaga, José María de Areilza y Esteban Terradas, entre otros. Que el ejemplo cunda.
José María Gárate
Juan Batista

Militares. Los límites del silencio

José Mena Aguado.
Edición personal. Madrid 2007

Nos vemos ante un libro que, sin duda, promueve la controversia. Pero lo primero que hay que decir de él es que está muy bien escrito y que se lee de un tirón. El Teniente General Mena ha usado un estilo directo y conciso para narrar las consecuencias de su discurso en la Pascua Militar sevillana (enero de 2006). Consecuencias profesionales y personales (sobre estas últimas existen algunas pocas alusiones, más amargas que ásperas, a determinadas actuaciones particulares) que previó y que narra tras haber esperado el tiempo reglamentario (es decir, hasta su pase a retiro) para referirse a ellas. Conviene enfatizar esta circunstancia para diluir maledicencias y desinformaciones, como las que se han producido durante su prolongado silencio (dando lugar a lo que se ha llamado con malévola intención “Caso Mena”, el cual, moleste o no moleste, dista mucho de ser una singularidad) y que con este libro quedan elegantemente contrarrestadas.
El Teniente General Mena ha sentido la necesidad de explicarse y ha ejercido su recuperado y legítimo derecho a expresarse con libertad. Hizo en su momento lo que estimó que su sentido del deber le reclamaba, citando con meridiana claridad las obligaciones constitucionales que todo militar tiene contraídas. Esa “meridiana claridad” (que se ajustó, no obstante, a la letra de las prescripciones legales) fue el origen de la peripecia vivida por nuestro autor. Pero desde determinados círculos políticos y medios de comunicación, simplificando el problema originado, se orquestó una crítica acerba contra el discurso y su autor. Naturalmente, incluía referencias a inclinaciones ideológicas a las que éste responde en la segunda parte de su libro, ya escrita por el ciudadano, pues en la primera habla el militar, y en ella manifiesta con encomiable sinceridad que lo que protagonizó fue un “Pronunciamiento Militar Constitucional” (pág. 91). En dicha segunda parte de su libro el Teniente General Mena aclara su posicionamiento político: “…me defino regeneracionista porque me resulta difícil asumir la ideología de una sola tendencia y porque, dadas mi edad, situación y experiencia, mi papel como ciudadano se reduce a analizar la situación política, identificar problemas y proponer soluciones” (pág. 196). Sale así al paso de acusaciones que lo alineaban con el extremismo. Late en todo el texto el subtítulo de la obra: Los límites del silencio. Hace el autor un correcto examen de la legislación vigente referente a la libertad de expresión de los militares. Se debe considerar que el militar ha de ser apartidista, no apolítico, como ya señaló Calderón de la Barca en un poema memorable. Y tras leer este libro se colige que el militar tiene derecho a emitir sus juicios, generales o concretos, sobre cuestiones políticas. Y que, al cabo, es la forma, no el fondo, lo que puede determinar lo punible de ellos.
Juan Batista

Ceuta y el conflicto de Perejil

Fernando López de Olmedo.
Edita Universidad Complutense. Madrid 2008

Es más folleto que libro, pero con tanta enjundia en todos sus aspectos, que hace falta leerlo. Si será bueno, que el general, Faura, lo enjuicia en el Prólogo I desde la jefatura del E .M. del Ejército; otro, Ripoll, compensa el “casi serlo”, con su vicedecanato de la Facultad de Ciencias de la Información, al analizarlo en el Prólogo II, y el tercero, “que lo es”, “preambuliza”,su propia obra, curándose enmucha salud. Los tres dicen saberse poco de los orígenes del conflicto. Lo cierto es que lo geográfico del caso “Perejil”, con un tráfico marítimo de primer orden, exigía una solución rápida, tanto que más de una potencia mundial se interesó por una salida digna para ambas partes, sin tensiones contenidas para ninguna de las dos. La agudeza de Ripoll, aclara el tópico de Clausewitz, diciendo que “la política se continúa con la guerra, cundo la política fracasa”. La solución militar de un conflicto sólo afecta a una parte de él, y a veces no hace sino restablecer la situación preexistente. Eso hizo el Ejército español cuandoMarruecos ocupó la isla de Perejil. Cuando las palabras no bastan, hay que recu-
rrir a la fuerza. Concluido el conflicto, algunos analistas emiten juicios de valor, antes imposibles. Cuando se utiliza la fuerza, sea disuasiva o para someter o castigar, es muy difícil predecir su desarrollo, duración y dimensiones. Tras la Guerra del Vietnan, la opinión pública no tolera bajas en sus filas. Eso condiciona cualquier posible operación: “Hay que alcanzar los objetivos, pero sin tener ni causar bajas”. Lo que hace que la menor operación sea de enorme complejidad: “La victoria, ha de ser incruenta. No es tan nueva la preocupación. Las ordalias medievales o “juicios de Dios” y muchos duelos entre caballeros representando a su país, se hacían para evitar grandes luchas. Los convenios de Ginebra y La Haya, imponían normas para frenar la crueldad en los enfrentamientos. Las enormes bajas de las dos guerras mundiales, horrorizaron al mundo, sensibilizándole en un rechazo a la guerra, y si es inevitable, que tenga la menor crueldad posible. Por ello la importancia de que el conflicto de Perejil no tuviese bajas. Pero en cuanto a la obra, este aperitivo parece lo suficientemente suculento para que al lector le entre hambre de ella. Eso lo satisface el autor, general López Olmedo, entonces Comandante General de Ceuta, para lo que nos analiza lo más relevante del conflicto, en lo histórico, físico, humano, social, geoestratégico, militar y económico.
J.M.G.